Nuevos estadios, edificios de premios Pritzker y los zocos de Doha: Qatar, sede de la arquitectura mundial

Los escasos 25 minutos que separan el aeropuerto internacional Hamad de Doha de la zona costera de West Bay se hacen por la Corniche, la carretera que discurre a orillas del golfo Pérsico. Las luces de los rascacielos de la capital de Qatar se reflejan en el agua mientras la ciudad se va acercando poco a poco. La llamada a la última oración del día, la Isha, mezcla las voces del almuecín con uno de los muchos festivales que se celebran en el MIA Park, lugar de encuentro favorito de los cataríes y el resto de las nacionalidades que conviven en la que hasta 18 de diciembre se ha convertido en la capital del fútbol mundial. Un dato curioso es que de los cerca de tres millones de habitantes del país, tan solo el 20% es catarí.

El primer edificio en llegar a la zona de West Bay fue el hotel Sheraton, inaugurado en 1979 con su forma piramidal diseñada por William Pereira y que estuvo mucho tiempo rodeado por el golfo Pérsico de un lado y de desierto por el otro. El primer rascacielos que se construyó en Doha tardaría 17 años en llegar, y lo hizo en este mismo sitio; fueron las Salam Towers, las mismas que hoy parecen las hermanas pequeñas de cualquier rascacielos de la ciudad. En esta zona hay cabida para todo tipo de arquitectura: hoteles, oficinas, ministerios o viviendas conviven aquí en forma de rascacielos: Burj Qatar, Tornado Tower o Palm o son algunos ejemplos de las construcciones firmadas por los más prestigiosos estudios de arquitectura del mundo.

Contrastando con las torres que se levantan por toda Doha encontramos el Museo Nacional de Qatar, obra del arquitecto Jean Nouvel, cuya estructura se funde con el antiguo palacio del jeque Abdulá bin Jassim. Una rosa del desierto de cerca de 40.000 metros cuadrados, iluminado de manera acogedora y minuciosa, mezclando objetos con cientos de proyecciones, nos cuenta cómo este lugar pasó de ser un país de pescadores y recolectores de perlas a extractores de petróleo y gas natural. En su primera planta, el restaurante Jiwan ofrece cocina local muy elaborada con unas vistas espectaculares sobre la ciudad y el patio central del museo (una recomendación, dejen hueco para el postre).

Tomamos el metro para trasladarnos a la zona de los zocos. El metro de Doha lo tiene todo, es barato, tiene wifi, aire acondicionado, es puntual, hasta tiene una clase gold y, lo más importante, llega a casi todos los sitios de la ciudad, incluidos los estadios de fútbol donde se está celebrando el Mundial de Qatar 2022. Souq Waqif es el nombre que se da a esta zona de los zocos donde se encuentran todas las tiendas típicas: el zoco de las telas, el de los caballos, el de las especias, el del oro… pero el más llamativo es el zoco de los halcones, con hospital incluido donde estas aves en su sala de espera aguardan con sus caperuzas puestas a ser atendidas.
En el cruce de la calle Al Souq está la escultura Le Pouce, del artista Cesar Baldaccini, un enorme pulgar dorado que conmemora cuando en 2019 Qatar ganó la Copa de Asia de fútbol. La obra da paso a una calle llena de terrazas para tomar un té o fumar una shisha (pipa de agua o narguile) mientras se ve pasar la vida en Doha.

Fuente: El País